Soy mortal lo sé.
Conozco los recovecos innombrables de su memoria.
Se que no son desiertos
. . .que en este cadalso solo mi alma reposa.
Y sin embargo me invade su oscuridad,
estoy en el limite tibio de la locura.
Atrás mio, a mis espaldas, esta quien he sido.
Mi cara fria ante el espejo.
Mis manos temblorosas.
El perfil de mármol de esta vida inconmovible.
En frente, justo en frente de mis insondables pupilas
Esta el comienzo de un océano vasto y enorme.
El mar muerto donde flotan a la deriva mis ilusiones.
La costa humeda donde encallan,
perdidos en la penumbra,
cada uno de los sueños que mi egoísmo ha asesinado.
Eusebio