Empezara con una sentencia
El amanecer funesto que nos traiga el recuerdo de tus horas
Las horas irreales, las que vivimos a destiempo.
Tu existencia queriendo condensar historias para que fueran mías
“que fueran mías y para siempre”
Y entonces el golpe salvaje. . .
La bofetada
La embestida temible
El saberse solo, acartonado
Seco como las hojas que vagan al viento
Eusebio
jueves, julio 09, 2009
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