jueves, julio 09, 2009

Estoy sentado pensando. . .Me corrijo: estoy sumergido pensando. Y ya no estoy. Solo mi mente quedo acá. Y ni siquiera mi mente. Sino que me doy cuenta que ya nada queda para ser tocado, o para ser recordado. Que las cosas que alguna vez fueron cayeron constantemente. Y todos los puentes ardieron. Y buscamos un pequeño misterio, (tan solo y tal vez), cada vez que en silencio te llamo. . . ¡O bueno! debo probar de nuevo estas alas, y salir volando a tu encuentro. Que tu nombre me rodee mientras trato de besar la historia, y así evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.
O de esa sensación que queda cuando todos los sonidos ya se apagaron, o van yéndose de a poco, y asistimos al final de la melodía del disco (la pua gira ya al final del surco). …¡Como un martillo funesto que quiere golpearnos y derrumbar nuestra mirada. . .y mostrarnos el pozo depresivo de nuestra propia sombra!. Y vemos ángeles de fuego bajando a mojarse al río, bebiendo el frío que nos llueve a cantaros de los ojos. Y queremos parar y que ese río no sea eterno, y que dejen de martillar. . .¡o por favor dejad de martillar!. . . ¡con tanto frío por favor dejad de martillar!. . .y nuevamente el silencio, y nuevamente vernos la cara, ese espejo lleno de mentiras, lejos de las pesadillas de medianoche. . .
Y se tu forma de dormir, y conozco tu cabeza revuelta en la almohada. . .susurrando al dolor. Y extraño tu apresurada manera de decir “no me dejes”. Y fue un castigo cómo fueron los hombres por un momento sus propios verdugos. . .y como te fuiste, buena, callada y caminando en la noche de los campos de nadie, profundo en los corazones, llenos de disparos y palabras dichas de paso, “Te extraño” y fuiste buena como una noche que espera su tiempo y que habla al mal del mundo y llama a su madre y a sus sombras y las de sus hermanos. . .y te vieron alta y serena, ya no un mar henchido y revuelto. Solo un momento nos separo de la dicha, y ese mismo momento se repite y se fue y ya no será para nosotros más que una sensación dulce en el paladar, un momento partido por las migas que hacen de cada día un susurro. Y te tiraste abajo, acelerando en tu ritmo mis deseos de verte otra vez, “Ve niña y tira mi corazón dentro de ese pozo”, ese pozo escondido en las montañas, esperando la sangre que saciara su hambre y su sed. ¿Alma mía por que mi pecho se desmorona mientras tu te desvaneces? ¿Por qué sombra mía, mi alma se desmorona mientras tu te desvaneces?. ¡Que burda es esta sombra mía que se alza inmortal frente al camino!. ¿No son suyos los gritos que vinieron con el viento?. . .se niegan a crecer como un glaciar de arena. Los he visto. He visto tus ojos cerrarse. . . heridos.
Eusebio

No hay comentarios: